miércoles, 25 de febrero de 2009

COLABORA CON UN TRABAJO DE 4º ESO

OS PROPONGO PARTICIPAR VOLUNTARIA Y GRATUITAMENTE EN EL TRABAJO DE UNAS COMPAÑERAS DE 4º ESO

Hola. Bueno esto es una encuesta que estamos realizando para un trabajo de investigación del instituto. Si la podéis devolver contestada os lo agradeceríamos mucho.

1. ¿Cuántas horas ves la televisión al día?
2. ¿A qué horas la sueles ver?
3. ¿Qué tipo de programas ves?
4. Tus 3 programas/series… favoritos.
5. ¿Ves alguna serie? ¿Cuál?
6. ¿Te molesta que interrumpan las películas con anuncios?
7. ¿Ves los anuncios?
8. ¿Donde prefieres ver las películas, en el cine o en la tele?
9. ¿Grabas los programas o los ves a la hora?
10. ¿Ves la tele sol@ o acompañad@?
11. ¿Piensas que debe de haber un horario para cada tipo de programa?
12. ¿Cómo calificarías la televisión en España? (del 1 al 10)

Indica tu edad y sexo.


Gracias! Tamara, Ana, Silvia y Santa.


Enviad la encuesta realizada a alguno de los mails:

tami_vlc_6@hotmail.com; anacruz932@hotmail.com; santa_morena93@hotmail.com; silviarc_br@hotmail.com

jueves, 5 de febrero de 2009

Cuentos de Eva Luna

Lee el texto de Isabel allende en Cuentos de Eva Luna y haz una disertación sobre el etnocentrismo en el que incorpores una crítica al cuento.

WALIMAI
El nombre que me dio mi padre es Walimai, que en la lengua de nuestros hermanos del norte quiere decir viento. Puedo contártelo, porque ahora eres como mi propia hija y tienes mi permiso para nombrarme, aunque sólo cuando estemos en familia. Se debe tener mucho cuidado con los nombres de las personas y de los seres vivos, porque al pronunciarlos se toca su corazón y entramos dentro de su fuerza vital. Así nos saludamos como parientes de sangre. No entiendo la facilidad de los extranjeros para llamarse unos a otros sin asomo de temor, lo cual no sólo es una falta de respeto, también puede ocasionar graves peligros. He notado que esas personas hablan con la mayor liviandad, sin tener en cuenta que hablar es también ser. El gesto y la palabra son el pensamiento del hombre. No se debe hablar en vano, eso lo he enseñado a mis hijos, pero mis consejos no siempre se escuchan. Antiguamente los tabúes y las tradiciones eran respetados. Mis abuelos y los abuelos de mis abuelos recibieron de sus abuelos los conocimientos necesarios. Nada cambiaba para ellos. Un hombre con una buena enseñanza podía recordar cada una de las enseñanzas recibidas y así sabía cómo actuar en todo momento. Pero luego vinieron los extranjeros hablando contra la sabiduría de los ancianos y empujándonos fuera de nuestra tierra: Nos internamos cada vez más adentro de la selva, pero ellos siempre nos alcanzan, a veces tardan años, pero finalmente llegan de nuevo y entonces nosotros debemos destruir los sembrados, echarnos a la espalda los niños, atar los animales y partir. Así ha sido desde que me acuerdo: dejar todo y echar a correr como ratones y no como grandes guerreros y los dioses que poblaron este territorio en la antigüedad. Algunos jóvenes tienen curiosidad por los blancos y mientras nosotros viajamos hacia lo profundo del bosque para seguir viviendo como nuestros antepasados, otros emprenden el camino contrario. Consideramos a los que se van como si estuvieran muertos, porque muy pocos regresan y quienes lo hacen han cambiado tanto que no podemos reconocerlos como parientes.
Dicen que en los años anteriores a mi venida al mundo no nacieron suficientes hembras en nuestro pueblo y por eso mi padre tuvo que recorrer largos caminos para buscar esposa en otra tribu. Viajó por los bosques, siguiendo las indicaciones de otros que recorrieron esa ruta con anterioridad por la misma razón, y que volvieron con mujeres forasteras. Después de mucho tiempo, cuando mi padre ya comenzaba a perder la esperanza de encontrar compañera, vio a una muchacha al pie de una alta cascada, un río que caía del cielo. Sin acercarse demasiado, para no espantarla, le habló en el tono que usan los cazadores para tranquilizar a su presa, y le explicó su necesidad de casarse. Ella le hizo señas para que se aproximara, lo observó sin disimulo y debió haberle complacido el aspecto del viajero, porque decidió que la idea del matrimonio no era del todo descabellada. Mi padre tuvo que trabajar para su suegro hasta pagarle el valor de la mujer. Después de cumplir con los ritos de la boda, los dos hicieron el viaje de regreso a nuestra aldea.
Yo crecí con mis hermanos bajo los árboles, sin ver nunca el sol. A veces caía un árbol herido y quedaba un hueco en la cúpula profunda del bosque, entonces veíamos el ojo azul del cielo. Mis padres me contaron cuentos, me cantaron canciones y me enseñaron lo que deben saber los hombres para sobrevivir sin ayuda, sólo con su arco y sus flechas. De este modo fui libre. Nosotros, los Hijos de la Luna, no podemos vivir sin libertad. Cuando nos encierran entre paredes o barrotes nos volcamos hacia adentro, nos ponemos ciegos y sordos y en pocos días el espíritu se nos despega de los huesos del pecho y nos abandona. A veces nos volvemos como animales miserables, pero casi siempre preferimos morir. Por eso nuestras casas no tienen muros, sólo un techo inclinado para detener el viento y desviar la lluvia, bajo el cual colgamos nuestras hamacas muy juntas, porque nos gusta escuchar los sueños de las mujeres y los niños y sentir el aliento de los monos, los perros y las lapas, que duermen bajo el mismo alero. Los primeros tiempos viví en la selva sin saber que existía mundo más allá de los acantilados y los ríos. En algunas ocasiones vinieron amigos visitantes de otras tribus y nos contaron rumores de Boa Vista y de El Platanal, de los extranjeros y sus costumbres, pero creíamos que eran sólo cuentos para hacer reír. Me hice hombre y llegó mi turno de conseguir una esposa, pero decidí esperar porque prefería andar con los solteros, éramos alegres y nos divertíamos. Sin embargo, yo no podía dedicarme al juego y al descanso como otros, porque mi familia es numerosa: hermanos, primos, sobrinos, varias bocas que alimentar, mucho trabajo para un cazador.
Un día llegó un grupo de hombres pálidos a nuestra aldea. Cazaban con pólvora, desde lejos, sin destreza ni valor, eran incapaces de trepar a un árbol o de clavar un pez con una lanza en el agua, apenas podían moverse en la selva, siempre enredados en sus mochilas, sus armas y hasta en sus propios pies. No se vestían de aire, como nosotros, sino que tenían unas ropas empapadas y hediondas, eran sucios y no conocían las reglas de la decencia, pero estaban empeñados en hablarnos de sus conocimientos y de sus dioses. Los comparamos con lo que nos habían contado sobre los blancos y comprobamos la verdad de esos chismes. Pronto nos enteramos que éstos no eran misioneros, soldados ni recolectores de caucho, estaban locos, querían la tierra y llevarse la madera, también buscaban piedras. Les explicamos que la selva no se puede cargar a la espalda y transportar como un pájaro muerto, pero no quisieron escuchar razones. Se instalaron cerca de nuestra aldea. Cada uno de ellos era como un viento de catástrofe, destruía a su paso todo lo que tocaba, dejaba un rastro de desperdicio, molestaba a los animales y a las personas. Al principio cumplimos con las reglas de la cortesía y les dimos el gusto, porque eran nuestros huéspedes, pero ellos no estaban satisfechos con nada, siempre querían más, hasta que, cansados de esos juegos, iniciamos la guerra con todas las ceremonias habituales. No son buenos guerreros, se asustan con facilidad y tienen los huesos blandos. No resistieron los garrotazos que les dimos en la cabeza. Después de eso abandonamos la aldea y nos fuimos hacia el este, donde el bosque es impenetrable, viajando grandes trechos por las copas de los árboles para que no nos alcanzaran sus compañeros. Nos había llegado la noticia de que son vengativos y que por cada uno de ellos que muere, aunque sea en una batalla limpia, son capaces de eliminar a toda una tribu incluyendo a los niños. Descubrimos un lugar donde establecer otra aldea. No era tan bueno, las mujeres debían caminar horas para buscar agua limpia, pero allí nos quedamos porque creímos que nadie nos buscaría tan lejos. Al cabo de un año, en una ocasión en que tuve que alejarme mucho siguiendo la pista de un puma, me acerqué demasiado a un campamento de soldados. Yo estaba fatigado y no había comido en varios días, por eso mi entendimiento estaba aturdido. En vez de dar media vuelta cuando percibí la presencia de los soldados extranjeros, me eché a descansar. Me cogieron los soldados. Sin embargo no mencionaron los garrotazos propinados a los otros, en realidad no me preguntaron nada, tal vez no conocían a esas personas o no sabían que yo soy Walimai. Me llevaron a trabajar con los caucheros, donde había muchos hombres de otras tribus, a quienes habían vestido con pantalones y obligaban a trabajar, sin considerar para nada sus deseos. El caucho requiere mucha dedicación y no había suficiente gente por esos lados, por eso debían traemos a la fuerza. Ése fue un período sin libertad y no quiero hablar de ello. Me quedé solo para ver si aprendía algo, pero desde el principio supe que iba a regresar donde los míos. Nadie puede retener por mucho tiempo a un guerrero contra su voluntad.
Se trabajaba de sol a sol, algunos sangrando a los árboles para quitarles gota a gota la vida, otros cocinando el líquido recogido para espesarlo y convertirlo en grandes bolas. El aire libre estaba enfermo con el olor de la goma quemada y el aire en los dormitorios comunes lo estaba con el sudor de los hombres. En ese lugar nunca pude respirar a fondo. Nos daban de comer maíz, plátano y el extraño contenido de unas latas, que jamás probé porque nada bueno para los humanos puede crecer en unos tarros. En un extremo del campamento habían instalado una choza grande donde mantenían a las mujeres. Después de dos semanas trabajando con el caucho, el capataz me entregó un trozo de papel y me mandó donde ellas. También me dio una taza de licor, que yo volqué en el suelo, porque he visto cómo esa agua destruye la prudencia. Hice la fila, con todos los demás. Yo era el último y cuando me tocó entrar en la choza, el sol ya se había puesto y comenzaba la noche, con su estrépito de sapos y loros.
Ella era de la tribu de los Ila, los de corazón dulce, de donde vienen las muchachas más delicadas. Algunos hombres viajan durante meses para acercarse a los Ila, les llevan regalos y cazan para ellos, en la esperanza de conseguir una de sus mujeres. Yo la reconocí a pesar de su aspecto de lagarto, porque mi madre también era una Ila. Estaba desnuda sobre un petate, atada por el tobillo con una cadena fija en el suelo, aletargada, como si hubiera aspirado por la nariz el «yopo» de la acacia, tenía el olor de los perros enfermos y estaba mojada por el rocío de todos los hombres que estuvieron sobre ella antes que yo. Era del tamaño de un niño de pocos años, sus huesos sonaban como piedrecitas en el río. Las mujeres Ila se quitan todos los vellos del cuerpo, hasta las pestañas, se adornan las orejas con plumas y flores, se atraviesan palos pulidos en las mejillas y la nariz, se pintan dibujos en todo el cuerpo con los colores rojo del onoto, morado de la palmera y negro del carbón. Pero ella ya no tenía nada de eso. Dejé mi machete en el suelo y la saludé como hermana, imitando algunos cantos de pájaros y el ruido de los ríos. Ella no respondió. Le golpeé con fuerza el pecho, para ver si su espíritu resonaba entre las costillas, pero no hubo eco, su alma estaba muy débil y no podía contestarme. En cuclillas a su lado le di de beber un poco de agua y le hablé en la lengua de mi madre. Ella abrió los ojos y miró largamente. Comprendí.
Antes que nada me lavé sin malgastar el agua limpia. Me eché un buen sorbo a la boca y lo lancé en chorros finos contra mis manos, que froté bien y luego empapé para limpiarme la cara. Hice lo mismo con ella, para quitarle el rocío de los hombres. Me saqué los pantalones que me había dado el capataz. De la cuerda que me rodeaba la cintura colgaban mis palos para hacer fuego, algunas puntas de flechas, mi rollo de tabaco, mi cuchillo de madera con un diente de rata en la punta y una bolsa de cuero bien firme, donde tenía un poco de curare. Puse un poco de esa pasta en la punta de mi cuchillo, me incliné sobre la mujer y con el instrumento envenenado le abrí un corte en el cuello. La vida es un regalo de los dioses. El cazador mata para alimentar a su familia, él procura no probar la carne de su presa y prefiere la que otro cazador le ofrece. A veces, por desgracia, un hombre mata a otro en la guerra, pero jamás puede hacer dañó a una mujer o a un niño. Ella me miró con grandes ojos, amarillos como la miel, y me parece que intentó sonreír agradecida. Por ella yo había violado el primer tabú de los Hijos de la Luna y tendría que pagar mi vergüenza con muchos trabajos de expiación. Acerqué mi oreja a su boca y ella murmuró su nombre. Lo repetí dos veces en mi mente para estar bien seguro pero sin pronunciarlo en alta voz, porque no se debe mentar a los muertos para no perturbar su paz, y ella ya lo estaba, aunque todavía palpitara su corazón. Pronto vi que se le paralizaban los músculos del vientre, del pecho y de los miembros, perdió el aliento, cambió de color, se le escapó un suspiro y su cuerpo se murió sin luchar, como mueren las criaturas pequeñas.
De inmediato sentí que el espíritu se le salía por las narices y se introducía en mí, aferrándose a mi esternón. Todo el peso de ella cayó sobre mí y tuve que hacer un esfuerzo para ponerme de pie, me movía con torpeza, como si estuviera bajo el agua. Doblé su cuerpo en la posición del descanso último, con las rodillas tocando el mentón, la até con las cuerdas del petate, hice una pila con los restos de la paja y usé mis palos para hacer fuego. Cuando vi que la hoguera ardía segura, salí lentamente de la choza, trepé el cerco del campamento con mucha dificultad, porque ella me arrastraba hacia abajo, y me dirigí al bosque. Había alcanzado los primeros árboles cuando escuché las campanas de alarma.
Toda la primera jornada caminé sin detenerme ni un instante. Al segundo día fabriqué un arco y unas flechas y con ellos pude cazar para ella y también para mí. El guerrero que carga el peso de otra vida humana debe ayunar por diez días, así se debilita el espíritu del difunto, que finalmente se desprende y se va al territorio de las almas. Si no lo hace, el espíritu engorda con los alimentos y crece dentro del hombre hasta sofocarlo. He visto algunos de hígado bravo morir así. Pero antes de cumplir con esos requisitos yo debía conducir el espíritu de la mujer Ila hacia la vegetación más oscura, donde nunca fuera hallado. Comí muy poco, apenas lo suficiente para no matarla por segunda vez. Cada bocado en mi boca sabía a carne podrida y cada sorbo de agua era amargo, pero me obligué a tragar para nutrirnos a los dos. Durante una vuelta completa de la luna me interné selva adentro llevando el alma de la mujer, que cada día pesaba más. Hablamos mucho. La lengua de los Ila es libre y resuena bajo los árboles con un largo eco. Nosotros nos comunicamos cantando, con todo el cuerpo, con los ojos, con la cintura, los pies. Le repetí las leyendas que aprendí de mi madre y de mi padre, le conté mi pasado y ella me contó la primera parte del suyo, cuando era una muchacha alegre que jugaba con sus hermanos a revolcarse en el barro y balancearse de las ramas más altas. Por cortesía, no mencionó su último tiempo de desdichas y de humillaciones. Cacé un pájaro blanco, le arranqué las mejores plumas y le hice adornos para las orejas. Por las noches mantenía encendida una pequeña hoguera, para que ella no tuviera frío y para que los jaguares y las serpientes no molestaran su sueño. En el río la bañé con cuidado, frotándola con ceniza y flores machacadas, para quitarle los malos recuerdos.
Por fin un día llegamos al sitio preciso y ya no teníamos más pretextos para seguir andando. Allí la selva era tan densa que en algunas partes tuve que abrir paso rompiendo la vegetación con mi machete y hasta con los dientes, y debíamos hablar en voz baja, para no alterar el silencio del tiempo. Escogí un lugar cerca de un hilo de agua, levanté un techo de hojas e hice una hamaca para ella con tres trozos largos de corteza. Con mi cuchillo me afeité la cabeza y comencé mi ayuno.
Durante el tiempo que caminamos juntos la mujer y yo nos amamos tanto que ya no deseábamos separarnos, pero el hombre no es dueño de la vida, ni siquiera de la propia, de modo que tuve que cumplir con mi obligación. Por muchos días no puse nada en mi boca, sólo unos sorbos de agua. A medida que las fuerzas se debilitaban ella se iba desprendiendo de mi abrazo, y su espíritu, cada vez más etéreo, ya no me pesaba como antes. A los cinco días ella dio sus primeros pasos por los alrededores, mientras yo dormitaba, pero no estaba lista para seguir su viaje sola y volvió a mi lado. Repitió esas excursiones en varias oportunidades, alejándose cada vez un poco más. El dolor de su partida era para mí tan terrible como una quemadura y tuve que recurrir a todo el valor aprendido de mi padre para no llamarla por su nombre en voz alta atrayéndola así de vuelta conmigo para siempre. A los doce días soñé que ella volaba como un tucán por encima de las copas de los árboles y desperté con el cuerpo muy liviano y con deseos de llorar. Ella se había ido definitivamente. Cogí mis armas y caminé muchas horas hasta llegar a un brazo del río. Me sumergí en el agua hasta la cintura, ensarté un pequeño pez con un palo afilado y me lo tragué entero, con escamas y cola. De inmediato lo vomité con un poco de sangre, como debe ser. Ya no me sentí triste. Aprendí entonces que algunas veces la muerte es más pode rosa que el amor. Luego me fui a cazar para no regresar a mi aldea con las manos vacías.

http://ficus.pntic.mec.es/jmas0085/isabelallende.htm

En busca del fuego

Ficha técnica
Director:
Jean Jacques Annaud
Título original:
La Guerrre du feu
Año:
1981
Duración
93 min.
Nacionalidad:
Canadá/USA/Francia
Género:
Aventuras/Fantasia
Protagonistas:
Ron Perlman,Everett McGill y Nameer El-Kadi
Guión:
Gerard Brach
Música:
Philippe Sarde
Hace 80.000 años la supervivencia del hombre en una tierra inexplorada y desconocida dependía de la posesión del fuego, una forma de combatir el frío y ahuyentar a las fieras. La tribu de los Ulam lo tenía, sabían cuidarlo y usarlo pero no sabían crearlo;de modo que preservarlo era su gran desafío. Cuando un torpe Ulam resbala y cae sobre el fuego apagándolo, la tribu sabe que su existencia está gravemente amenazada. Tres homínidos comienzan su propia búsqueda de la preciada llama para devolvérsela a los Ulam.
Varios grupos de homínidos se abren camino en la Tierra, mientras conocen los milagros del fuego y la palabra. A lo largo de los 93 minutos de metraje de este film de ciencia ficción podemos aproximarnos imaginariamente a nuestros orígenes.
Todavía la evolución no ha dado origen al actual homo sapiens.Estamos, pues, en una fase anterior del proceso evolutivo, en el momento en que son nuestros antepasados homínidos los que luchan por la supervivencia. Grupos de homínidos diferentes pelean por una herramienta que cambiará sus vidas y las de sus descendientes, el fuego. El grupo protagonista pasará de ser mero conservador del fuego a conocedor de la técnica del fuego.
El fuego abrió a nuestros antepasados las puertas de la técnica, él haría posibles innumerables conquistas posteriores. Es por ello que muchas culturas han simbolizado en el fuego el poder transformador del medio, la base de la superioridad dominadora del hombre sobre el resto de los animales.
Y también la posesión de la palabra constituyó una fuente de poder en nuestros antecesores, que abrió las puertas a la transmisión de información, que hizo posible que los conocimientos adquiridos por una generación continuaran en las generaciones siguientes.
El film recrea en imágenes las primeras formas de lo religioso, la aparición de la risa, del erotismo, los encuentros y problemas con los que son diferentes.

CUESTIONES
Además de pedir unas fotocopias con cuestiones sobre la película, responde a estas
1- Explica en qué consiste el proceso de hominización y haz una breve síntesis de sus etapas más importantes.2- ¿Por qué es tan importante el fuego para los habitantes de la tierra en esta época de la historia humana? 3- ¿En qué escenas de la película se pone de manifiesto el surgimiento de las creencias religiosas, y de la filosofía? 4- Basándote en la película, establece las diferencias culturales entre el homo sapiens neandertal y el homo sapiens sapiens.
5- Investiga sobre el enigma del hombre de neandertal. ¿Quiénes son los neandertales? ¿Cuáles son las posibles causas de su desaparición?
Enlaces en los que puedes encontrar información:
El enigma neandertal. canales.laverdad.es La desaparición de los Neanderthales . Averrores

martes, 3 de febrero de 2009

El día de los enamorados

Como el día de celebrar el amor no va mucho conla actitud filosófica, os propongo una actividad voluntaria mucho más acorde con ella y relacionada con el amor, que parece que todo el mundo recuerda sólo un día al año.
Se trata de eller estos dos poemas de Mario Benedetti y comentar su significado. El Seguundo tiene mucho que ver con la actitud filosófica. Buscad las realciones. Intentad ser un poco creativos y decidme qué os sugieren. Recordad que en filosofía y estos poemas tienen y una buena dosis de ella, las cosas no son tan sencillas como pueden parecer...
Como no he podio conservar el formato, si queréis verlos tal y como deberían ser, miradlos vosotros mismos en :
http://www.poemas-del-alma.com/te-quiero.htm

¡Suerte!

MARIO BENEDETTI
Te quiero

Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.





MARIO BENEDETTI
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios no te quedes sin labios no te duermas sin sueño no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas entonces no te quedes conmigo.

Las voces del desierto

LAS VOCES DEL DESIERTO

MARLO MORGAN


Las voces del desierto, libro que la autora escribe tras haber vivido una experiencia real, narra el viaje que hizo en el desierto australiano, guiada por un grupo de aborígenes. En él los aborígenes intentan hacerle ver el valor de sus costumbres y su modo de vida, que los occidentales consideran primitivo y atrasado; pero que sin duda es mucho más espiritual y adecuado de lo que parece ya que respeta el medio natural y les permite vivir en consonancia con el planeta. Ellos esperan, con esta experiencia que Marlo trasmita al mundo ese importante mensaje ya que se encuentran al borde de la extinción. Los conquistadores de su continente ya no les han dejado espacio en el que desenvolverse, han saqueado sus lugares sagrados o losan convertido en meras atracciones turísticas, han cambiado el clima, han disminuido la fauna y la flora, han llenado todo de autopistas, de hogares artificiales, de turistas, de comida sintética. Has despreciado el valor de los aborígenes, que han sido esclavizados, despojados de su cultura, rechazador y, en última instancia reducidos a reductos minúsculos o a los barrios marginales, condenados a una vida de pobreza e inadaptación.

Marlo es una señora americana en toda regla, con sus costumbres materialistas y creencias, aunque tolerantes y solidarias con el aborigen, una Mutante, como los llaman en la historia, en toda regla. Es por ello que se presenta a la supuesta reunión con los aborígenes con su mejor atuendo: su caro traje, su pelo teñido y bien arreglado, maquillaje, medias, tacones, joyas y una cámara para guardar sus mejores momentos en el recuerdo. Pero todo ello es innecesario en un lugar en el que la temperatura supera los 40 º, todo está rodeado de arena y no hay ni siquiera una silla donde sentarse. Pero pronto es desposeída de todo cuanto lleva:

“ ¿ Qué más se estaba quemando? Me estremecí al pensarlo: el permiso de conducción internacional, billetes australianos de color naranja, el billete de cien dólares que había llevado durante años en un compartimento secreto de mi monedero y que databa de mi época juvenil como empleada en una compañía telefónica, uno de mis pintalabios favoritos, imposible de encontrar en este país, el reloj de diamantes, y el anillo que me regaló la tía Nola cuando cumplí 18 años; todo esto alimentaba el fuego” Pág. 31

A Marlo no le ha quedado nada, salvo una túnica que le han prestado los aborígenes. Un trozo de tela raído que ni siquiera se habría atrevido a poner en contacto con su cuerpo en otras circunstancias. Y ahí, sólo con su ser, se inicia su andadura. En un primer momento se siente muy mal porque la cultura en la que se ha educado le ha hecho apreciar todo aquello que ha perdido. Imagina por un momento que todas esas cosas a las que aprecias como tus más importantes posesiones; te fuesen desposeídas sin ninguna explicación aparente, como le pasó a Marlo. Intenta explicar lo que sentirías, como te sentirías sin ellas, como valorarías su pérdida. ¿ De qué cosas te costaría más desprenderte? Imagina después si serías capaz de sobrevivir sin ellas, en tu propia cultura y busca otros valores o cosas que, tras haber leído la historia, te parecen esenciales y de las que nadie jamás puede desposeerte.

Del mismo modo que Marlo siente apego a sus pertenencias materiales, tiene una idea preconcebida de los aborígenes, sabe de ellos a través de las lecturas que otros han reflejado, siempre a partir de una comparación con su propia cultura y partiendo de que esta es claramente superior.

“ Rara vez triunfan los que viven a caballo entre dos culturas. Es cierto que es una raza en extinción. Están disminuyendo por voluntad propia. Son totalmente analfabetos, sin ambiciones ni empuje para el éxito. Tras 200 años siguen sin encajar en nuestra sociedad, y ni siquiera lo intentan. Carecen de formalidad en los negocios y no son de fiar; actúan como si el tiempo no existiera. Créeme, no se puede hacer nada para motivarlos “ Pág. 66

“ Los aborígenes de Australia constituyen, sin lugar a dudas, un tipo primitivo en la escala de la humanidad. No poseen una historia tradicional fiable de ellos mismos,, de sus obras ni de sus orígenes. Si fueran barridos de la faz de la Tierra en el momento presente, no dejarían tras ellos una obra de arte a modo de recuerdo de su existencia como p0ueblo. No obstante parece ser que han vagado por las vastas llanuras de Australia desde tiempos remotos....su sentido del olfato está subdesarrollado. Su memoria sólo está levemente desarrollada. Los niños no tienen fuerza de voluntad. Son proclives a la traición y a la cobardía. No padecen el dolor con tanta agudeza como las razas superiores” Pág. 70

Intenta explicar, tras haber leído y conocido a los aborígenes australianos, en qué sentido es errónea esta aplicación. ¿ Qué crees que sería necesario para que nuestra opinión fuese diferente? ¿ Son realmente analfabetos? ¿ Podemos aplicar nuestros criterios de éxito, de empuje, de inteligencia o de fiabilidad a una cultura tan diferente como la nuestra? Estas afirmaciones, además, justifican el hecho de que los aborígenes sean recluidos en guetos, marginados o esclavizados. ¿ Crees que es un argumento aceptable? Ellos no quieren adaptarse a nuestro sistema, entonces los dejamos de lado.
¿ Realmente les dejamos otra opción? Describe y explica en qué consiste la actitud etnocéntrica que el británico y el americano están teniendo respecto al trato con el aborigen australiano.
Imagina ahora un americano cualquiera, integrado perfectamente en su cultura, inteligente, evolucionado, con motivación para el éxito, con arte, tradiciones, montones de textos legados a la historia... en el desierto australiano. ¿ Crees que sobreviviría?
¿ Sería capaz de encontrar alimento, compartirlo? ¿ Sobreviviría a los insectos, a las fieras, etc.?

Marlo aprende cosas muy valiosas de los Auténticos que, en ningún momento se sienten superiores al resto de seres pobladores del planeta, incluyendo los animales.

“ ...el agua también era suya. Los animales tenían tanto derecho a ella como las personas. La tribu no se la llevaba nunca toda, aunque su provisión de agua fresca escasa en ese momento.” Pág. 89

Considera la importancia que concedemos a los animales en nuestra cultura. Intenta establecer si el trato que les damos es concediéndoles un valor en sí mismos o sólo como el valor que representan para nosotros. Recoge un conjunto “ utilidades” que damos a los animales en nuestra sociedad y piensa en situaciones en las que ellos se tienen como seres con derechos al mismo nivel que nosotros. ¿ Se te ocurriría, cuando estás pasando sed, compartir tu agua con un animal al que ni siquiera conoces? ¿ Por qué crees que los aborígenes sí que lo hacen? ¿ Cuál es sentido de su comportamiento?
¿ Por qué crees que nosotros no lo hacemos? ¿ Cuáles pueden ser las consecuencias de nuestras acciones?


“ Era importante que no usáramos nunca una planta en su totalidad; siempre se dejaba la raíz para que crecieran nuevos brotes” Pág. 91

El habitante de la tribu de los Auténticos piensa en el presente y en el futuro; porque sabe que la Tierra no le pertenece; es tanto suya como de todos los seres que han de poblarla en la eternidad de los tiempos. Por eso no piensa solo en saciar su necesidad, sin también en mantener el bien que la Tierra le ofrece para ofrecerlo a las generaciones futuras. Compara esta actitud frente a la de la cultura a la que perteneces.
¿ Consideramos la necesidad de ofrecer a las generaciones futuras una Tierra en condiciones? ¿ Hasta qué punto tenemos el derecho que nos otorgamos de establecernos como dueños de todo aquello que nos rodea?

Marlo se siente muy sorprendida al conocer las costumbres de los Auténticos: tienen unos alimentos diferentes, pensamientos lejanos a los suyos, modos distintos de extraer lo que necesitan... etc. Es entonces cuando comprende cómo se sienten los nativos cuando visitan la gran ciudad, cómo se sintieron cuando los intentaros catequizar y eliminar sus dioses por falsos, cuando los esclavizaron porque pensaron que no tenían sentido del trabajo ni del progreso...

“ Ahora ya sabes como se siente un nativo la primera vez que va a la ciudad, ve meter una moneda en un teléfono, marcar un número y hablar con un pariente. Al nativo eso le parece increíble”

“ A los aborígenes les persigue el recuerdo de aquellos antepasados obligados a trabajar en las explotaciones mineras que entraban un lunes y no volvían a salir hasta el fin de semana. Cuatro de cada cinco morían. Habitualmente se les acusaba de algún crimen y eran condenados a trabajos forzados. También tenían que satisfacer ciertas cuotas, y muchas veces se les obligaba a la mujer y a los hijos a trabajar con el reo...Por supuesto, aquella degradación de las vidas humanas era muy legal. “ Pág. 139

Piensa ahora en la gente que llega desde otras culturas a la tuya. Recuerda algún comentario que seguro que has oído: Son atrasados, no tienen nada y vienen a quitarnos lo nuestro, no nos entienden, no se adaptan... etc. Intenta comprenderlo a la luz de la visión que te da el libro. Reflexiona sobre el hecho de sí realmente podemos otorgarnos el derecho de decir que éste es nuestro país, de no querer ofrecer ni compartir, ni mejorar sus vidas. Reflexiona también sobre qué ha llevado a los países que ahora llamamos en vías de desarrollo a la pobreza en la que están. Si no se hubieran conquistado por parte de países europeos, ¿ Habrían perdido su cultura y su modo de vida? ¿ Se encontrarían hoy en la pobreza que les obliga a buscar nuestra ayuda?
¿ Quién sigue explotando sus recursos, aprovechando su mano de obra barata, mientras ellos mueren de hambre y huyen buscando tierras mejores?

En nuestra cultura tildamos de malo y negativo a todo aquello que no nos aporta un beneficio claro y directamente observable por nosotros. Los Auténticos enseñan a Marlo que todo puede ser beneficioso si aprendemos a comprenderlo.

“ Tu crees que las moscas son malas, son un infierno; así que para ti lo son, pero sólo porque te faltan entendimiento y sabiduría. Lo cierto es que son criaturas necesarias y beneficiosas. Se meten en nuestras orejas y nos limpian la cera y la arena que tenemos después de dormir cada noche... Sí, se meten por nuestra nariz y también nos la limpian... Los seres humanos no pueden sobrevivir si eliminan todo lo que es desagradable en lugar de comprenderlo” Pág. 111

Piensa en cosas que para ti han sido desagradables o molestas y que, en el futuro, cuando las has comprendido, has descubierto su utilidad. Piensa por ejemplo en lo molesto que es el dolor corporal y luego investiga sobre su utilidad para la supervivencia del organismo.

Los Auténticos respetan las leyes y las costumbres de los mutantes, no las aceptan como válidas, pero no intentan imponer las suyas. Muchas son las críticas que se hacen al materialismo.

“ En lugar de vivir la verdad, los Mutantes permiten que las circunstancias y condiciones entierren una ley universal bajo una mezcla de conveniencia, materialismo e inseguridad. todo el tiempo que pierden en objetos artificiales, hueros , temporales, decorativos y edulcorados en el espacio de una generación, de modo que en realidad son muy escasos los momentos de su vida que dedican a descubrir quienes son y cuál es su se eterno. “ Pág. 123

“ Vuestros negocios se iniciaron para que la gente colectivamente tuviera mejores productos de los que podría conseguir por sí solo, y como un método de expresar el talento individual y formar parte de vuestro sistema monetario. Pero ahora el objetivo del comercio es seguir comerciando. A nosotros nos parece extraño porque vemos el producto como una cosa real y a las personas como cosas reales, pero el comercio no es real” Pág. 162

Reflexiona sobre las vidas de la sociedad que se considera superior. Una familia que pasa el día trabajando, desatendiendo a los hijos para ganar el dinero que se va cada día en más necesidades que la sociedad misma genera a fin de mantener el índice de consumo. Pasa nuestra vida. Tenemos un móvil nuevo, una moto, un coche, más ropa de la que necesitamos, bonita casa llena de objetos... ¿ Hemos alimentado nuestra alma por el camino? ¿ Ha generado todo este bien material un bien espiritual?
¿ Ha disminuido el grado de insatisfacción, infelicidad, estrés, descontento, ansiedad, suicidio? Plantéate en qué consiste la felicidad y cuáles son para ti, las acciones encaminadas a conseguirla. Establece en una tabla, dos listas de valores que reflejen, por un lado lo que importa para la tribu de los Auténticos y por otro lo que valoramos como importante los Mutantes. Sin duda te sentirás más a gusto en tu lado, pro quizá el esfuerzo te haga recapacitar y reflexionar sobre la supuesta seguridad con la que nuestra cultura cree alcanzar la verdad y la felicidad y el modo en que lo hace.

“ Por primera vez, me parecía que llevaba una vida totalmente honesta. No vestía cierta ropa, como se esperaba de mí en el mundo de los negocios. No me maquillaba. Se me había pelado la nariz una docena de veces. No había fingimiento, ni confrontación de egos para acaparar la atención. En el grupo no ser chismorreaba y nadie intentaba superar a nadie. Sin un espejo que me devolviera espantada a la realidad, experimentaba la sensación de sentirme hermosa. La gente de la tribu me aceptaba tal cual, me hacía partícipe, única y maravillosa. Yo estaba aprendiendo cómo se siente una persona cuando la aceptan sin condiciones.” Pág. 112

Nuestro aspecto externo mueve millones. Desde las cremas, colonias, adelgazantes, dietas, gimnasios, ropa, complementos, peluquerías, maquillaje... etc. Y a su vez, genera montones de problemas, inseguridades, falta de autoestima, enfermedades como la anorexia, bulimia, depresiones, ansiedad, frustraciones, etc. Pero es hoy una de nuestras máximas preocupaciones porque el listón está muy alto. Nos ofrece la sociedad un modelo de belleza inalcanzable, puesto que también este es fabricado y producto de intereses comerciales. Y a pesar de todos esos adornos, nunca nos sentimos bellos, nunca estamos satisfechos con nosotros mismos. Marlo llegó a Australia vestida con lo mejor que tenía y no se sentía bella. En cambio cuando ya han pasado unas semanas en las que el vello le ha crecido, el pelo no se ha lavado ni peinado, se ha vestido siempre con el mismo trapo, no tiene zapatos, su piel ha cambiado varias veces, está llena de manchas del sol, pelados, lunares, heridas, picaduras, etc. Entonces Marlo se siente por primera vez bella. ¿ Podrías explicar este fenómeno?

Así es como nos definen los Auténticos:

“ En primer lugar los mutantes ya no pueden vivir en un ambiente natural... construyen sus casas con calor y frío artificiales y sufren insolaciones al aire libre con temperaturas normales. En segundo lugar, los Mutantes ya no tienen el sistema digestivo de los Auténticos. Tienen que pulverizar, emulsionar, cocinar y conservar los alimentos. Comen más cosas artificiales que naturales... tienen un juicio limitado porque miden el tiempo con relación a sí mismos. No conocen más tiempo que el presente, y por tanto, destruyen sin la menor consideración por el futuro... los Mutantes tienen un foco de miedo. Los mutantes amenazan a sus hijos. Necesitan policías y prisiones. También la seguridad del gobierno se basa en la amenaza de las armas sobre otros países... Cuantas más cosas tienes más tienes que temer. Al final solo vives para tener cosas.” Pág. 227

¿ Te sientes identificado con lo que ellos han dicho de nosotros? En caso contrario, ¿qué les rebatirías? ¿ Cómo defenderías tu modo de vida frente al suyo? En el caso en el que estés de acuerdo con sus opiniones, ¿ qué podrías hacer para cambiar eso que ellos critican y que realmente somos?

Finalmente Marlo, tras convivir con los Auténticos aprende mucho, cambia su vida y vuelve a su país. Allí intenta hablar de su experiencia, pero a la gente o no le interesa o no le cree. Cuando decide dar charlas sobre su experiencia se encuentra con reacciones muy adversas.

“ El Ku Klux Klan me declaró enemiga; otro grupo de Idahio adepto a la supremacía blanca colocó mensajes racistas en todos los coches del aparcamiento en el lugar de mi charla. Unos cristianos ultra conservadores respondieron a mis palabras afirmado que ellos creían que la nación del Outback era pagana y estaba condenada al infierno. Cuatro reporteros de un programa de investigación de la televisión australiana se presentaron en Estados Unidos, se escondieron en un armario durante una de mis conferencias, e intentaron desmentir todo lo que yo decía.” Pág. 271

¿ Consideras normales estas reacciones? ¿ Cómo hubieses reaccionado tu? ¿ Crees que en el fondo valió la pena el esfuerzo tanto delos Auténticos como de Marlo? ¿ Crees que ha valido la pena que tú leyeras este libro? ¿ Crees que el hombre occidental es capaz de dejar atrás el etnocentrismo y aceptar al otro ( animal o humano) como su igual? ¿ Qué criterio tiene el hombre de las culturas que se consideran superiores para juzgar al otro como inferior? ¿ Realmente somos poseedores de la verdad?

El señor de las moscas

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


http://www.leergratis.com/clasicos/el-senor-de-las-moscas-william-golding.html ( AQUÍ PUEDES LEERLO GRATIS)
El Señor de las Moscas es uno de los libros que tratan la naturaleza del ser humano de la forma más pesimista que cabe imaginarse. Escrita en 1954 por el premio Nobel William Golding (1911-1993), parece una revisión de Leviatán, de Thomas Hobbes, donde se afirma que existe una constante e inherente “guerra de todos contra todos”.

En la II Guerra Mundial, un avión se estrella contra una isla paradisiaca. Este avión transportaba decenas de niños británicos de entre los seis y los once años, y tras el accidente, ningún adulto sobrevive, con lo que los niños han de buscarse la vida por sus propios medios, y establecer una sociedad provisional a la espera de un rescate por parte de “los mayores”. En principio, justo después del siniestro, Ralph, un joven atractivo y carismático, se hace con el control gracias a una caracola que utiliza para llamar a los demás. A él se le pega como una lapa Piggy, un chico rechoncho, de quien se burlan hasta la sociedad, y busca en Ralph protección y respeto. Otro chico, Jack, tras una discusión con Ralph, se impone y crea otro bando, libre de leyes y de formalidades y con conductas mucho más déspotas y anárquicas.
Lo más atractivo de El Señor de las Moscas es su profunda y minuciosa reflexión social, donde las buenas intenciones y las tensiones entre los niños, al principio suaves y llevaderas, se convierten en una lucha violenta y desgarradora entre dos bandos no muy bien diferenciados, con consecuencias increíblemente arrolladoras. La condición metafórica del libro deja en evidencia la idiosincrasia del ser humano de una forma dura, cruel y tajante. Que los niños sean los protagonistas del libro es un hecho que podría parecer infantiloide, pero nada más lejos de la realidad. El Señor de las Moscas es un brillante relato que incluye entre sus temas indispensables la necesidad de adaptarse ante circunstancias adversas, la violencia, el miedo en todas sus formas: a lo desconocido, a la incertidumbre, a los demás, y a la soledad.

Esta novela, a pesar de lo despiadado de su historia, esconde un derroche de imaginación y originalidad, una placentera colmación de inspiración, plagada de detalles curiosos en lo estético y en lo narrativo, con un estilo frío y elegante, y unos personajes alegóricos y memorables, que sufren una evolución apabullante.

Su carácter antibelicista le ha convertido en un libro de referencia en la literatura anglosajona hasta el punto de que es lectura obligada en muchos colegios de Gran Bretaña. También ha visto adaptaciones al cine en 1963 y 1990, la primera de ellas con aplauso de crítica y público unánimes. Su influencia ha sido amplia, con ejemplos como la serie Lost o la película La Selva Esmeralda.

El señor de las moscas
de Wiliam Golding
El señor de las moscas es una fábula sobre la condición humana. Un avión que huye de una explosión nuclear se estrella contra una isla dejando a un grupo de niños abandonados. A partir de ahí el autor reflexiona sobre cómo, sin la presencia de un adulto, serían capaces de sobrevivir. Con el trasfondo de las novelas de robinsones y, especialmente, de La isla del coral, Golding dibuja un escenario en que la agresividad aparece como un instinto primitivo que se desarrolla especialmente en las situaciones límites. La novela, escrita con un gran estilo y perfectamente trabada en su estructura y desarrollo puede considerarse una de las más geniales obras del siglo XX. Sobre un trasfondo de aventuras, en las que la lucha por la supervivencia coexiste con la esperanza de ser rescatados, Golding realiza una reflexión novelada sobre la política, la importancia de la civilización para el desarrollo de la persona, la necesidad de un adulto para el verdadero crecimiento, el origen de los mitos y la presencia del mal en el hombre, en la sociedad y en la cultura.
Esta novela, que puede leerse como un simple libro de aventuras admite, sin embargo multitud de registros. Así puede disfrutarla el joven que desea asomarse a libros de calidad y a la vez entretenidos, pero también el maestro que se plantea en qué consiste educar o aquel a quien le inquiete la pregunta por el hombre y la irrupción del mal en la historia.
La grandeza de la obra reside en que el autor ha sabido llevar las grandes preguntas a una historia de niños aparentemente intrascendente. En una supuesta situación de hecatombe mundial ¿un grupo de personas que quedaran totalmente aisladas serían capaces de conservar la dignidad? ¿Puede el hombre salir de una situación de degradación y salvajismo sin la ayuda de Alguien que venga de fuera? Estas y otras preguntas son las que se suscitan en este libro que, lejos de agotarse en una sola lectura, invita a volver sobre él una y otra vez. De la literatura posterior a la Segunda Guerra Mundial esta es una de las obras que más merece ser recordada. Su valía ha venido avalada por las numerosas ediciones que se han hecho de ella en todos los idiomas. No está de más señalar que el autor consigue centrar en dos personajes, de apenas 13 años, las mayores antítesis sobre la concepción de la civilización. Mientras uno se deja atraer por el corazón de las tinieblas e inicia una regresión que lo conduce al salvajismo, el otro no deja de recordar el lugar de dónde viene y mantiene la esperanza en un rescate cada vez más milagroso. Todo ello magníficamente relatado y recurriendo a símbolos e imágenes de una gran plasticidad. Golding consigue con pocas figuras un auténtico tratado sobre la condición humana y, todo ello, sin dejar de suministrarnos una muy entretenida novela de aventuras.
Wiliam Golding
Nació en Cornualles en 1911. Estudió Ciencias y Literatura inglesa en Oxford. Trabajó como actor, productor, profesor, marinero, músico y, finalmente, maestro de escuela.
En la Segunda Guerra Mundial, donde sirvió en la Marina hasta que se graduó como teniente al término de la misma, participó en varias acciones navales como el hundimiento del Bismarck o el desembarco de Normandía, hechos que influyeron notablemente en su obra.
A pesar de haber decidido ser escritor a los siete años, no publicó hasta 1934 una colección de poemas, pero su verdadero debut literario se produjo en 1954, cuando publicó El señor de las moscas. Desde entonces publicó siete novelas, una colección de relatos, varias obras de teatro, ensayos y artículos. En 1980 recibió el Booker Prize por su novela Ritos de paso, y en 1983 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Murió en 1993
Tras la lectura del libro, se trataría d hacer la siguiente disertación:
¿Es el hombre un ser natural o, por el contrario, es a cultura la que lo convierte en lo que es?
Argumentar a partir de la novela o usar otros documentos similares.